por Carmen Torres Ripa | Mar 20, 2020 | Artículos, Desde la Residencia
La información sobre el coronavirus es total. Se ha convertido en la música de fondo de nuestra vida. Lo sabemos todo y lo ignoramos todo. Nuestra cabeza busca porqués, recuerda películas apocalípticas. Con terror me viene a la cabeza, Inferno, aquella película, antes novela de Dan Brown, que pretendía propagar un virus por el agua para que desapareciera la mitad de la población. Ahora, Tom Hanks, protagonista de la catástrofe ficticia, se ha convertido en protagonista de la verdad del coronavirus. También está contagiado. El miedo es libre y cada uno puede fantasear a su antojo sobre la posibilidad de que detrás del coronavirus haya una mente destructora o una simple gripe. Con la idea de despejar por unos minutos el aire, les voy a contar chascarrillos y lo que le pasó a mi amiga Lucía, unos días antes de esta pandemia. En un centro comercial grande de libros y discos, donde casi todos tenemos hasta carnet, mi amiga Lucía fue a comprar una novela. Pidió que se la envolvieran para regalo. Diligentemente metió el libro en un sobre bonito y puso como cierre un anagrama del centro y lo metió en una bolsa. Por envolverlo así, le cobraban cincuenta céntimos. Lucía miró al dependiente y, con una serenidad seca, dijo que no lo quería. “Soy directora de una empresa nacional de publicidad y no estoy dispuesta a hacer publicidad gratis. Bueno gratis, no, pagando a su marca. La publicidad es muy cara. No voy contra usted, voy contra la empresa. Posiblemente, si usted me hubiera regalado el envoltorio y la bolsa para guardarlo, me hubiera callado, pero así...
por Carmen Torres Ripa | Feb 18, 2020 | Artículos
El rey de los mediocres puede llegar a ser el dios del universo. Si miramos uno por uno los países que dominan la política, detrás de cada democracia geográfica hay una cara que no dice nada. No es guapo ni feo, triste o alegre, ocurrente o audaz, simplemente, es mediocre. Ponga un mediocre en su vida y llegará lejos. Así hemos conseguido que Europa se tambalee por la falta de cohesión. Al margen de ideologías, íntimas y dignas, creo que la unidad es lo único que nos puede hacer fuertes. La unión hace la fuerza, es un slogan tan antiguo como el hombre y sigue funcionando. Un soldado no gana ninguna batalla solo, por muy digno que sea el objetivo. Tampoco un ejército numeroso sin un buen capitán que dirija a los soldados al combate. Hablo en abstracto, pero cada lector sabrá poner cara a las palabras. Según pasan los años y me veo en el andén del final del trayecto, me doy cuenta de que las personas valientes, inteligentes y únicas, nunca han sido mediocres. Estoy leyendo la vida de Steve Jobs y en cada suceso de sus pocos años hay una idea de superación. Cuando le anunciaron su cáncer y el poco tiempo que le quedaba, Steve se puso a trabajar más fuerte y dedicó a sus colaboradores las palabras más bonitas de su vida, sabiendo que su vida tenía el fin ya escrito. En numerosos artículos y entrevistas de famosos, encontramos esa pregunta de, qué-haría-si-fuera-su-último-día. Las respuestas son tan variopintas como divergentes. Creo que esa cuestión, tan desconcertante y difícil, tendría que hacerse a los políticos...
por Carmen Torres Ripa | Feb 6, 2020 | Artículos
Dicen que los católicos echan la culpa de todo a Dios y quizás es cierto, pero lo Iglesia no tiene mucho tiempo de pensar en el futuro -más bien le importa poco-, aunque en mi serie favorita, “El joven papa”, Markievich, convertido en Juan Pablo III, dice pensativo: “donde haya fragilidad, allí estará la Iglesia”. ¿Realmente es frágil la Iglesia? No. Es como un muro inamovible que no se torcerá nunca por muy extrañas circunstancias que la rodeen. Los dos grandes pilares que intentan “resquebrajar” estas inexpugnables paredes han sido, y siguen siendo, mas en el siglo XXI, el celibato y la presencia de la mujer dentro de la Iglesia. En el siglo X había muchos sacerdotes y obispos que tenían esposa. La Iglesia Católica hizo obligatorio el celibato sacerdotal en los concilios de Letrán de 1123 y 1139, celebrado en Roma. En aquellos años con esta medida la Iglesia conservó el poder y los ingresos que hubiera perdió, ya que los clérigos casados legaban propiedades de la iglesia a sus hijos. El tiempo cambia las costumbres y el celibato -obligado por la misma Iglesia, que no parece querer ni pretender cambiar- no es un dogma. Para Dios el tiempo es un minuto y debe de resultarle complicado entender a los hombres. ¿Qué opinará Dios de esta privación sexual natural? Una querencia que nada tiene de pecaminosa, pero que ha embadurnado con su obligatoriedad la moral de la Iglesia. Muchos de los grandes pecados y miserias se hubieran evitado si la Iglesia hubiera seguido creciendo con la naturalidad de los amigos de Jesús. Para Dios el tiempo es un...
por Carmen Torres Ripa | Ene 21, 2020 | Artículos
He vuelto del País de Nunca Jamás. Un lugar sin tiempo, blanco, tranquilo. Llegué inesperadamente por un problema de salud y he estado acogida todas las fiestas navideñas y parte del mes de enero. Una experiencia, ya sé que es Nochebuena en una clínica, y se está bien. Te cuidan, te miman, los relojes sobran, los periódicos, la TV. Estás feliz en ese Nunca Jamás. Dicen que cuando se está en coma -no ha sido mi caso- se siente vivir, pero no tienes voz para decir que vives. No conozco las calles que dejé, las tiendas, los que se cruzan en mi camino. Ya no hay guirnaldas de luces de colores, ni Papá Noel ni Magos. En los comercios no se ven cajas con cintas de plata. En su lugar hay enormes carteles que ponen rebajas y los niños llevan uniforme. Volver a leer periódicos pasados, declaraciones dichas, me resulta absurdo. Hoy es hoy y lo anterior ya no es. Todas las palabras se han diluido en el aire. Ha pasado el tiempo sin saber yo qué pasaba. He llegado en el feliz momento de un nuevo gobierno. Este es el verdadero País de Nunca Jamás. El de Wendy, Campanilla y Peter Pan. Ni de lejos veo al Capitán Garfio y al cocodrilo con el corazón de reloj. Enero empieza con la melancolía de la belleza. Lágrimas y sonrisas, con dos 20-20 en un calendario de doce meses. ¡Cuántas ilusiones y miedos imaginamos para esas páginas aún en blanco! Me acuerdo de una frase de Miguel Ángel: “Señor, hazme desear más de lo que pueda lograr”. Y aquí estoy...
por Carmen Torres Ripa | Oct 1, 2019 | Artículos, Política
Pues, verá, creía que definitivamente la violencia se había ido en el silencio del olvido. Cuando ETA dejó las armas, tomamos champán, reímos, descansamos y fuimos felices. La paz nos rodeó, como una novia, con su tul blanco, y una amplia sonrisa iluminó el cielo y la tierra de Euskadi. En nuestra tierra, el separatismo se vivió – y se vive- puertas a dentro de las casas y de las calles. Siempre fue un sentimiento secreto que los recios vascos no quisieron mezclar con la violencia, no era -ni es- una acción vergonzosa. Cataluña, hermana en mil historias semejantes, ha sorprendido, como una loba perdida en tierra de nadie. Cierto que no veo bien que políticos catalanes estén encarcelados mientras su líder pasea su melena por Europa, viviendo en una especie de castillo napoleónico que suena a derrota. Puigdemont insiste en ser un líder del exilio. Un exiliado vergonzoso, porque si hubiera sido un catalán valiente estaría con sus compañeros en la cárcel. Este es otro cuento. Para los empresarios separatistas “Puigdemont huyó para evitar que le lincharan los suyos por traidor”. Y de pronto, cuando hay una espera anhelante para los encarcelados -una sentencia que dibuja muchos interrogantes- unos insensatos quieren imponer su violencia particular para revindicar -revindicar qué- este preámbulo ingrato de la inocencia de los procesados. No sé lo que vuela dentro de la cabeza de algunos catalanes que se aferran a posturas absurdas, revindicando libertades. El pasado lunes la Audiencia Nacional detuvo, acusados de terrorismo y tenencia de explosivos, a nueve miembros de los Comités de Defensa de la Republica (CDR). Para el presidente de...